ROMA - Las relaciones entre Argentina e Italia se desbarrancaron desde la crisis al año pasado por la cuestión de los 14.500 millones de dólares de la deuda en default. La falta de comunicación y la desconfianza mutua contribuyó a entrar en el actual callejón sin salida.

Las mayores esperanzas de lograr una solución política habían alumbrado en agosto último, cuando en Roma se encontraron los cancilleres Rafael Bielsa y Franco Fratti, que ahora es comisario (ministro) europeo. Ellos buscaron entonces una salida que pasaba por la Comisión de Finanzas de la Cámara de Diputados, apostando al nacimiento de una ley que permitiera encarrilar una solución. Varios proyectos obligaban a los bancos a pagar una parte a los clientes, a los que no habían informado los riesgos que corrían con los bonos argentinos. También los gobiernos de Italia y de Argentina debían poner su parte. La idea era ablandar al FMI, que cobra sin quita la deuda argentina, para dar oxígeno a la oferta a los bonistas privados.

Pero ese intento naufragó cuando el Tesoro italiano se lanzó a una cruzada contra Argentina en el FMI y el Grupo de los Siete. La relación se terminó de romper cuando Argentina retiró el apoyo para que la ciudad de Trieste fuera sede de la Exposición Universal de 2008 y se lo dio a la española Zaragoza.

El vicecanciller Gianpaolo Bettamio alterna el palo y la zanahoria en la relación con Argentina porque su gobierno quiere conservar la rica y compleja relación con un país tan íntimo para los italianos. Por eso, con el embajador Victorio Taccetti habló también de las coincidencias en las Naciones Unidas, donde ambos países comparten posición en el crucial proceso de reorganización del Consejo de Seguridad que tendrá lugar este año.